“Para seguir a Jesús debemos despojarnos de la cultura
del bienestar y de la fascinación de lo provisional”, así hablaba el Papa el
lunes 27 de mayo en la homilía de la Misa celebrada por la mañana en la Casa de
Santa Marta, donde vive. En la Misa, concelebrada por el cardenal francés
Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, tomó parte un grupo de empleados
vaticanos.
El Papa Francisco desarrolló su homilía partiendo del
episodio del joven rico que le presentaba el Evangelio del día. Jesús pide a un
joven que dé todas sus riquezas a los pobres y lo siga, pero éste se aleja triste.
El Santo Padre subrayó que “las riquezas son un obstáculo” que “no hace fácil
el camino hacia el Reino de Dios”. Por lo demás, advirtió, “cada uno de
nosotros tiene sus ‘riquezas’”. Existe siempre, explicó, una riqueza que nos
“impide acercarnos a Jesús”. Todos, continuó, “tenemos que hacer un examen de
conciencia sobre cuáles son nuestras riquezas, porque nos impiden acercarnos
Jesús en el camino de la vida”. Francisco se refirió a dos “riquezas
culturales”: ante todo la “cultura del bienestar, que nos hace poco valientes,
nos hace perezosos, nos hace también egoístas”. El bienestar “nos adormece, es
una anestesia”. “‘No, no, más de un hijo no, porque no podremos ir de
vacaciones, no podremos ir a tal lugar, no podremos comprar la casa’. Está bien
seguir al Señor, pero hasta un cierto punto. Esto es lo que hace el bienestar:
todos sabemos bien cómo es el bienestar, pero esto nos destruye, nos despoja de
aquel valor, de aquel coraje fuerte para acercarnos a Jesús. Esta es hoy la
primera riqueza de nuestra cultura, la cultura del bienestar”.
Existe además, agregó, “otra riqueza en nuestra cultura”,
una riqueza que nos “impide acercarnos a Jesús: es la fascinación de lo
provisional”. Nosotros, observó el Papa, estamos “enamorados de lo
provisional”. Las “propuestas definitivas” que nos hace Jesús, puntualizó, “no
nos gustan”. En cambio nos gusta lo pasajero, porque “tenemos miedo del tiempo
de Dios” que es definitivo.
“Él es el Señor del tiempo, nosotros somos los señores
del momento. ¿Por qué? Porque en ese instante somos los que mandan: hasta aquí
sigo al Señor, después se verá… Una vez supe de uno que quería ser sacerdote,
pero sólo por diez años, no más… Cuántas parejas, cuántas parejas se casan, sin
decirlo, pero pensándolo con el corazón: ‘hasta que dure el amor y después se
verá…’. La fascinación de lo provisional: ésta es una riqueza. Debemos
convertirnos en dueños del tiempo, hacemos breve el tiempo reduciéndolo al
momento. Estas dos riquezas son aquellas que en este momento nos impiden ir
hacia adelante. Pienso en tantos, tantos hombres y mujeres que han dejado la
propia tierra para ir como misioneros por toda la vida: ¡aquello es lo
definitivo!”.
Pero también, aseguró, pienso en tantos hombres y mujeres
que “han dejado la propia casa para hacer un matrimonio por toda la vida;
¡aquello es seguir a Jesús de cerca! ¡Es lo definitivo!”.
“Ante la invitación de Jesús, ante estas dos riquezas
culturales pensamos en los discípulos: estaban desconcertados. También nosotros
podemos estar desconcertados por estas palabras de Jesús. Cuando Jesús
explicaba alguna cosa estaban aún más desconcertados. Pidamos al Señor que nos
dé el valor de ir adelante, despojándonos de esta cultura del bienestar, con la
esperanza – al final del camino, donde Él nos espera - en el tiempo. No con la
pequeña esperanza del momento que no sirve más”